domingo, 29 de abril de 2012

El perdón de un monarca

                                                                                   Estas semanas se ha desatado un tsunami, el Rey se marcha a Botsuana a cazar y se fractura la cadera. Este pudo ser un posible titular en todos los medios de comunicación españoles y otros tantos del mundo, que reflejó una noticia que mantendría atenta a la opinión pública.
Las circunstancias en las que se produjo el accidente, una caza de elefantes por África, levantó una polémica que puso a la Casa Real en la cuerda floja. Y es que este no es precisamente el mejor momento que atraviesan, el país surcado en una crisis económica irrefutable, el caso de Urdangarin en pleno apogeo, y el incidente de su nieto Froilán al dispararse en un pie con una escopeta no permitida para su edad. Hechos que por separado pueden resolverse, pero que unidos colocan a la monarquía española en una situación delicada.
Se barajaron muchas posibilidades para solucionar o justificar lo que había ocurrido, pero se optó al final por las disculpas públicas del Monarca a la salida del hospital en el que se recuperaba. “Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir”. Éstas fueron las once palabras con las que se dirigió a un país, a todo un Estado, en un acto de humildad que le engrandece.
Con estas declaraciones a más de un español se nos ocurre que podía ser imitado por muchos otros personajes relevantes, pues si el Monarca se disculpa por cazar en un momento de crisis como el actual, también deberían hacerlo los que nos condujeron a ella y no hacen más que “recortar” para intentar lidiar tantos errores cometidos.
El dirigente del Partido Popular lo interpretó como una respuesta que el pueblo español necesitaba de la monarquía, institución que gozaba de una actuación modélica en los últimos años. Sin embargo, no convence a todo el mundo. La izquierda radical lo calificaba de insuficiente, y consideraba que la solución más inmediata sería la sucesión del Príncipe en las labores de Estado.
Esto volvió a llenar portadas, abrir telediarios televisivos y programas de radio. El Rey había pedido perdón, un gesto sin precedentes como nunca se había visto y que pese a quien le pese, fue todo un acierto.

Mª Carmen Hernando Borja

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