domingo, 13 de mayo de 2012

Por el día monja, por la noche Mr. Hyde


Sor María Gómez Valbuena presumía de ser una mujer amable, alegre y generosa, tanto que robaba niños para dárselo a otras familias que no podían tenerlos. Mujer fría y calculadora, que no le temblaba el pulso para apoderarse de lo que no era suyo y que era capaz de convencer a cualquiera con su seguridad y tesón. Bajo el anuncio en una revista en el que prometía ayudas a madres en apuros, conseguía arrebatarle lo que más querían sin ningún tipo de escrúpulos.

La religiosa trabajaba como asistente social en la clínica Santa Cristina y colaboraba en la de San Ramón. Era una mujer muy solicitada. A ella acudían matrimonios de toda España preocupados por la dificultad de adoptar niños, ante la imposibilidad de no poder engendrarlos por medios naturales, y embarazadas con problemas para mantenerlos. Sor María a cambio, les enviaba a una pensión de Madrid o a un piso en el barrio Salamanca y ellas apenas salían de allí, eran como reclusas en una fortaleza de la Edad Media. La diferencia es que esto ocurría en los años 80, y ellas fabricaban la materia prima con las que la religiosa comerciaba.

Muchos de estos matrimonios llegaron hasta Sor María derivados de la Agencia Española de la Protección de la Adopción. Todo esto era un entramado que movía mucho dinero y a nadie le interesaba sacarlo a la luz. Esta religiosa utilizaba el trueque con personas humanas, como si de objetos de cambio se tratara. Ella no las tenía aprecio ni empatía, no eran más que un negocio que la estaba llevando a lo más alto. 
Pero bien es cierto, que todo lo que sube, tarde o temprano baja. Ha llegado con unos años de retraso, pero ya se sabe que las cosas de palacio van despacio. Lo más importante es que todos esos niños robados conozcan su procedencia y la de sus padres biológicos. Ha llegado la hora de que se haga justicia.

Mª Carmen Hernando Borja

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